domingo, 12 de julio de 2009

La extraña adicción Roger Waters

“Parecer ser que no hay un ser más alocado que Syd Barret”. Esto era lo que usualmente contestaba el ex integrante de Pink Floyd, Roger Waters, persuadiendo a la prensa con la historia de que él era sólo un niño bueno. Pero la producción de La Cueva, encabezada por Lucas de La Cueva, ha descubierto que detrás esta mascara de bondad, se esconde un Roger Waters desconocido. Ahora se estarán preguntando: ¿Qué era lo que hacía el pobre Roger? ¿Robaba bancos? ¿Era pedófilo? ¿Era un pedófilo que robaba bancos? La respuesta no es tan simple.
Luego del éxito de “The Wall” el bajista estaba cansado de trabajar como músico. Giras interminables, planificación de shows gigantescos y demás palabras relacionadas con la música seguidas de adjetivos sinónimos de grande, provocaron que el bajista se cansara. Roger intentó hacer algo distinto. Probó ponerse un kiosquito en Londres, pasear perros en Belgrano y hasta lavar vidrios en los semáforos de la calle Rivadavia en Comodoro… Rivadavia. Pero nada de esto lo cargó de esa satisfacción que estaba buscando. Hasta que una tarde, paseando por las calles de Moscú, se encontró con Marilyn Manson, su amigo de la escuela. Manson lo invitó a tomar mate cocido y pan con manteca en un duplex que alquilaba en las afueras de la capital rusa. Una vez dentro del edificio Waters se encontraba sacando el saquito de la taza, cuando Manson le alcanzó un pancito con manteca. En ese momento la vida del líder de Pink Floyd dio un giro de ciento ochenta grados; Roger Waters se volvió adicto a la manteca Ilolay. Luego comprar varios kilos de manteca e ingerir otros tantos, el músico volvió al Reino Unido para seguir ensayando con su conjunto.
Pasaron tres años de una adicción moderada. La banda editaba “The Final Cut”, con varias canciones qué, simulando estar hablar sobre conflictos bélicos (como la guerra de Malvinas), hacían referencia indirectamente al mundo de la manteca y de la margarina (Waters estuvo probando nuevas sustancias durante la grabación). Luego de editar el álbum, el músico viajó a la Argentina. Su plan era dar un mega-show en la fábrica Ilolay en la provincia de Santa Fe, show que tuvo su lugar el 6 de Julio de 1984. Pasado el evento Roger quiso dar un paseo por las instalaciones de la fábrica. Mientras observaba uno de los tambos se dirigió hacía una habitación que le llamó la atención por su olor. Entró y notó que era la sala de empaque de la manteca. Sin pensarlo dos veces Waters sacó un revolver y gritó “Give me the manteca or will die”. El músico disparaba a la par que consumía la manteca sin empacar. Intentando detenerlo un obrero le tiró una caja de leche en la cabeza. La leche lo dejó inconsciente (aunque estudios recientes dicen que el bajista pudo haberse desmayado al meterse gran parte de la manteca en sus fosas nasales, ya que tenía la boca completamente llena). Este incidente produjo que el músico cayera en manos de la justicia, que lo consideró inimputable, pero no lo dejó en libertad, sino que lo encerró en el centro de Adictos A Cosas Que No Son Ni Alcohol Ni Drogas Locas(A.A.C.Q.N.S.N.A.N.D.L), hasta que se recuperó el 7 de Noviembre de 1984.
A causa de la ya mencionada guerra de Malvinas, el por entonces presidente Alfonsín, intentando esconder el conflicto (recordemos que Waters era Inglés) le prohibió a los medios dar difusión al incidente y mandó a exiliar a los testigos.
Algunos especialistas aseguran que Roger Waters aún sigue luchando contra su adicción, otros comentaristas deportivos dicen que la superó y que ahora lleva una vida sana con su mujer, Xuxa. Lo único que podemos decir nosotros es que Roger nos ha dejado un gran legado de música, con gusto a mantequita.

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